Por LEANDRO LA MANTÍA
No es raro que un cliente rechace el trabajo de un diseñador y al mismo tiempo se conforme con diseños poco profesionales. ¿Es culpa del profesional o del cliente?
Parece ser un hecho que la gente aprecia más un diseño no profesional que uno realizado por un diseñador calificado. ¿Se trata de una costumbre arraigada por la abundancia de diseños malos contra la escasez de los buenos, o es que sólo los diseñadores pueden diferenciar entre lo que está bien resuelto y lo que no? En este artículo no voy a revelar esta incógnita, sino que voy a plantear otras interrogantes y así, quizás, entre todos podamos encontrar una respuesta.
A muchos diseñadores, sobre todo los que estamos en vías de formación, nos suele pasar que al presentar un trabajo, el cliente no se sorprende por lo que le estamos mostrando, sino que, por el contrario, manifiesta que lo mostrado no cumple con sus expectativas. ¿Por qué? Esa pregunta resuena en nuestra cabeza, ¿Por qué no le gustó, por qué no se sorprende, por qué no lo aprueba? Si nuestro diseño cumple con todo aquello que nos ha solicitado, comunica lo que debe comunicar, representa lo que debe representar y también es correcto estéticamente, por no decir lindo, aunque el adjetivo lindo no quepa como calificativo para un diseño gráfico.
Y así nos vamos, con un sentimiento de derrota, por no haber logrado convencer al cliente de que lo mostrado era por mucho superior a eso que ya tenía, pero que parece haber sido «diseñado» por alguien que sabe poco de diseño. Pero tampoco nuestro trabajo cumplió con lo que debía cumplir. Seguro será culpa del cliente, que poco o nada sabe de diseño, pero, ¿tiene el cliente que saberlo?
Cuando se consulta a un médico, él nos diagnostica una enfermedad o dolencia y nos receta un tratamiento. ¿Y por qué vamos al médico? Porque nosotros no sabemos de medicina, si tuviéramos ese conocimiento no haría falta visitarlo. En todo caso sabemos que una aspirina disminuye el dolor de cabeza o que la vitamina C sirve para aliviar los resfríos, pero seguramente no sabremos cómo reparar una fractura u operar un órgano interno ni tratar el cáncer. Para eso existen los profesionales especializados.
Los diseñadores también somos profesionales especializados que elaboramos diagnósticos y «curamos», que estudiamos los casos para hacer pronósticos y brindar soluciones. Entonces, ¿por qué suele pasar que los clientes no aprecian nuestro trabajo y prefieren diseños mal realizados; elaborados con efectos mal aplicados; con brillos, sombras y degradados excesivos; con selecciones tipográficas deficientes e imágenes distorsionadas, pixeladas o mal compuestas; en suma, que no cumplen con ninguno de los lineamientos que el diseño gráfico estipula? ¿La falta de reconocimiento profesional del diseño tendrá algo que ver?
Seguramente la mayoría de la gente sabe lo que es un médico y a lo que se dedica, pero no sabe lo que hace un diseñador gráfico o tiene un concepto equivocado de su labor. ¿Lograr el reconocimiento popular del diseño gráfico hará que este problema se solucione?
Quizás se necesite informar más a la gente acerca de lo que sí es el diseño gráfico, sin necesidad de explicar con mucho detalle todo eso que sabemos. Tal vez una posible solución sea proporcionar un panorama general de nuestra profesión. ¿Acaso no sería reconfortante poder decir que somos diseñadores gráficos sin que supongan que nos pasamos todo el día frente a una computadora, usando Photoshop, o que crean que únicamente producimos folletos y tarjetas? ¿No sería realmente agradable que la gente entendiera de qué se trata nuestra labor, lo compleja que puede llegar a ser y lo necesaria que es? ¿No sería conveniente evitar cobrar menos de lo que deberíamos por que nuestro cliente no está al tanto de lo que realmente vale el trabajo y supone que le estamos cobrando demasiado?
Como prometí anteriormente, este texto no plantea soluciones definitivas, sino que expone más interrogantes. Todavía hay mucho más qué preguntarse, hay más por analizar y mejorar, no es poco lo que se debe solucionar.
El diseño gráfico es una profesión compleja, que no puede ejercerse sin los debidos conocimientos. Si logramos que la gente entienda eso, seguramente obtendremos su respeto, sin necesidad de mirar al cliente desde un escalón más alto, sino situados a la par, para hacer que nuestra labor profesional reciba el reconocimiento que se merece.
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